Aparición de monstruos, pánico por quedarse solos en determinadas situaciones, obsesión por perderse de sus padres... Durante la noche, es común que los más pequeños sufran de terrores nocturnos y pesadillas.
Este trastorno no se traduce en problemas específicos para el desarrollo infantil ni en un riesgo para la salud, aunque si se mantienen a lo largo del tiempo se recomienda consultar el caso con un profesional para que evalúe si hay algún problema emocional o físico que tratar. En concreto, las edades más propensas a sufrir este tipo de alteración del sueño se sitúan entre los tres y seis años, aunque también pueden aparecer más tarde, en la preadolescencia y adolescencia, sobre todo las pesadillas.
Las medidas para prevenir cualquier trastorno del sueño durante la infancia precisan del seguimiento de unas pautas familiares estables.
Para ello, es importante crear una situación lo más tranquila posible previa al sueño para que los niveles de activación sean más bajos. A los niños les gusta lo previsible porque les aporta seguridad y estabilidad. Por tanto, se deberán cumplir unos horarios pautados.
Fuente: Revista Consumer - Descargar PDF
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